Una obra para reforestar la imaginación, a través de una experiencia escénica viva que nos invita a imaginar la reforestación no solo del territorio, sino también de los vínculos con los otros. Un llamado a cuidar las semillas —las reales y las simbólicas— que dan vida al mundo que queremos habitar, descubriendo que siempre es posible —sin importar la edad— cultivar una tierra fértil.